Hace poco me he dado cuenta que uno jamás debe descuidar las tres partes de uno mismo. Descuidarlas es dejarlas solas.En el caso de la mente, la cuestión que se experimenta es que cuando uno no esta pensando deliberadamente, deja la mente en "modo automático" y queda a merced de cualquier tipo de reacción intelectual de estímulos externos e internos.
Es sorprendente la cantidad de energía que consume la mente cuando no tiene una dirección de pensamiento específica. Quedamos sumergidos en una sugestión que nos deja un vacío en la mirada. Me sorprende ver a la gente en el metro con la mirada perdida y en una especie de hipnosis de su propia mente.
Hay tantos asuntos de nuestra vida que requieren una solución. Si en la práctica uno se dedica a pensar en un tema o problema y busca que su mente se entretenga buscando soluciones, se experimenta un misterioso descanso. Es como si un niño travieso encuentra un juguete que capta su atención.
Dejar sola a nuestra mente es un acto irresponsable. Solamente la propia experiencia y la práctica de la auto observación nos ayudan a entender sus hábitos. Entonces ya no es un pesado lastre o un mar de preocupaciones. Es más bien un genio sin oficio.
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